22.3.13

Vuelven los corazones

Muchos de los que estáis leyendo estas líneas conoceréis al Heerenveen como "el equipo de los corazoncitos". Es inevitable que te caiga simpático solo por tener ese estampado blanquiazul tan representativo de la provincia de Friesland en su escudo y camiseta. Un día te enteras de que el equipo de los corazoncitos ha fichado a Marco van Basten para reemplazar a Ron Jans como entrenador y entonces terminas de hacerle un hueco en tus filias futbolísticas. No se puede evitar.

31 de octubre de 1964
Guste más o menos, al Heerenveen no le han empezado a ir bien las cosas con van Basten hasta hace algunas semanas. Su llegada al club frisón fue anunciada el 13 de febrero de 2012, con tiempo de sobra para asimilar o tratar de impedir la fuga de cerebros antes de que arrancara la nueva campaña. Como era de esperar, dos de las tres piezas clave de la pasada temporada, Bas Dost y Luciano Narsingh, se vendieron en verano, y la tercera, Assaidi, a penas tuvo tiempo de estrenarse en la Eredivisie 2012/2013 antes de emigrar a Liverpool. La plantilla que iba a heredar, pues, no era más que una burda aproximación de la que había alzado al Heerenveen a los puestos europeos ese mismo año. 

Aceptar el cargo suponía, de entrada, un desafío requerido de experiencia en los banquillos. Los cimientos de aquel equipo de Ron Jans se vinieron abajo casi tan rápido como se erigieron los nuevos. No obstante, el Heerenveen ha caminado tambaleándose por el sendero de la Eredivisie hasta hace no mucho. Sin rumbo. Para van Basten los primeros meses de competición fueron una extensión de la pretemporada, y transcurrieron como tal, sin tener un once titular definido y un sistema de juego al que acostumbrarse. Los experimentos no dejaban paso a la continuidad y el equipo viajaba a la deriva en un mar de empates y derrotas (3 puntos de 18 posibles en las 6 primeras jornadas). En este escenario, escapando de la depresión que adolecía el equipo, surgieron dos actores desequilibrantes: Alfred Finnbogason y Filip Djuricic. El islandés delantero, como Marco- haciendo lo que da sentido a este juego, perforar redes (20 goles hasta la fecha), y el serbio, con la fantasía y el cabiar.

Siguiendo este guion, todavía lejos de ser un equipo alegre y divertido, los superfriezen han pasado de asomarse al abismo del descenso a estar a un solo punto del playoff por la Europa League. Cuentan sus últimos 4 partidos por victorias (un Twente huérfano de objetivos y el PSV entre las víctimas) y dentro de dos findes recibirán al Feyenoord en un Abe Lenstra Stadion que estará abarrotado. Aunque el calendario no invita precisamente a pensar en algo más que salvar la categoría con holgura, el Heerenveen todavía puede ser juez en la carrera por el título. Y por qué no, mirar hacia Europa otra vez antes de la próxima despedida.


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